jueves, 30 de julio de 2015

El equilibrio armonioso entre apego y desapego por Romina Gonzalez C de Insight Perú

El apego es definido como afecto, cariño o estimación hacia una persona o cosa. Más ampliamente, el comportamiento de apego se define como toda conducta por la cual una persona mantiene o busca proximidad con otra persona considerada como más fuerte. El  desapego es más bien definido como falta de cariño o interés hacia alguien o algo, alejamiento, distanciamiento, frialdad. Esto simplemente como conceptos, en mi experiencia ambos son maravillosos, fortalecedores y generadores de libertad.

El apego es ese vínculo especial entre nosotros y nuestros seres amados. Con nuestros hijos por ejemplo, es el proceso a través del cual nuestros pequeños establecen y mantienen en el tiempo un lazo con nosotros, sus padres; este lazo les brinda sentimientos de seguridad que son los motivadores para tomar algo de distancia de nosotros y explorar el mundo a su alrededor. El apego es un vínculo que se fortalece y crece a través de las interacciones que sostenemos, por eso en la crianza, la importancia del contacto físico, las palabras amorosas, la proximidad, los arrullos, las canciones y los juegos. El desapego es la libertad de tomar distancia para explorar, experimentar con confianza y con la certeza de que estarán de vuelta en esa base solida que los contiene y protege. El desapego tiene mucho que ver con  vivir presentes, aquí y ahora, haciendo lo mejor que sabemos y podemos, aceptando las experiencias tal como son, sin querer controlarlas o forzarlas.


Con mi hijo mayor ha sido maravilloso tomar consciencia de lo importante que ha sido el amor y el tiempo que papá y mamá hemos dedicado a cuidarlo, acompañarlo, promover su desarrollo y alentar su expresión natural desde pequeñito. Él es un niño feliz y amoroso, convencido de que mamá y papá están ahí, más allá de la distancia y las horas, cada mañana se va feliz al colegio, se despide con una dulce sonrisa que denotaba confianza, goce y libertad.

Con mi hija menor, compartimos un lazo intensamente hermoso, aún así, a pesar de esa intensidad, la seguridad que experimenta es sorprendente, muestra determinación, alegría, carácter, así como emociones a flor de piel que manifiesta de manera natural y abierta.

Nada de esto sería posible, si papá y mamá no evolucionáramos en nuestra relación de amigos, amantes, compañeros y padres. No soy psicóloga ni pretendo hablar de este tema desde ese el punto de vista psicológico o desde algún punto de vista en particular, simplemente hablo desde mi experiencia con la intención de compartir con las personas, por puro gusto, porque me gusta la gente y porque al compartir experiencias, considero que crecemos. Entonces llego a este punto, con más de una década compartiendo juntos, mi esposo y yo nos encontramos viviendo un amor libre, en el mejor sentido de la palabra, no es un amor de necesidad, es más bien un amor de confianza y libertad, aceptando, reconociendo, cooperando y viviendo presentes con la consciencia de que no hay separación, la separación es una ilusión que parte de los temores de un tiempo que no es hoy. Nuestro amor es desapegado y eso lo hace intenso, profundo y eterno.
 
Esta es una vida real, nuestra vida familiar. No he descrito conflictos en este relato porque no elegí enfocarme en ellos hoy, los reconozco como parte de la vida y estoy consciente que ocurren, a veces por elecciones mías de provocarlos, a veces por elecciones mías de enganchar en los conflictos de otros, aún así, la clave para mí es reconocerlos, aceptarlos y utilizarlos como oportunidades de seguir creciendo aprendiendo y avanzando, como peldaños hacia una mayor expansión.

Hoy simplemente quiero compartir contigo mi experiencia de vivir en el equilibrio armonioso entre el apego y el desapego, mi experiencia de estar viviendo libre y presente en amor y en gratitud, haciendo lo mejor que puedo y sé, soltando y confiando en que el mayor bien ya está dado. Un poquito de esto cada día puede hacer una gran diferencia en la vida.




sábado, 25 de julio de 2015

La economía del esfuerzo, (Segunda parte) por José Caraball Facilitador de Seminarios Insight Iberoamérica

Otra cosa a tener en cuenta en pos de la eficiencia, es dónde invertimos nuestra energía / tiempo / Foco.


Invertir tus recursos en cosas que no agregan valor o que tal vez podrías delegar en otra persona, es muchas veces lo que nos lleva a estar “tapados” de cosas.


Puede ser útil observar dónde inviertes tu tiempo, enfoque y energía, de tal manera que puedas escoger mejor donde hacerlo.

Para esto puedes hacer una lista con lo que tu haces en cada uno de estos cuadrantes:


  1. Cosas que aunque no requieren esfuerzo, consumen tu tiempo no tienen mucho impacto. 
  2. Cosas que consumen mucho esfuerzo y no tienen impacto.
  3. Cosas que requieren de esfuerzo pero son de alto impacto
  4. Cosas que no requieren de mucho esfuerzo pero son de alto impacto


Estos son ejemplos de cosas que podrían formar parte de estos cuadrantes.



Una vez hecho este ejercicio puedes responder a las siguientes preguntas: 


¿Qué puedo dejar de hacer?
¿Qué puedo delegar? ¿A quien?
¿Qué puedo hacer más?


¿Cuál sería el beneficio de hacerlo? ¿Cuál es el primer paso?
¿Por dónde empezar?




Notas:
Revisar correos electrónicos puede o no ser de alto impacto, depende del correo, por lo tanto trabajar tus correos de manera eficiente si es de muy alto impacto.
El ocio, el sueño, la buena alimentación y pasarla bien, en su justa medida, tiene un alto impacto en el trabajo y la creatividad, siendo además imprescindible para la salud.




Puedes elegir una o dos cosas (pendientes) con las que comenzar, ojalá algo que sea de impacto y que tenga un grado de desafío que lo haga interesante, pero no tan difícil que te asuste y dejes de hacerlo.


Comenzar con pocas cosas te permite aumentar tu posibilidad de éxito y crear confianza para seguir haciéndolo con otras cosas.


En los últimos 19 años he tenido al oportunidad de ayudar a miles de personas a implementar formas de pensar y sistemas de alta eficiencia que les permiten mejorar sus resultados. Algunos han elegido ordenar el armario y mantenerlo así, mientras otros han ordenado el armario una vez y han permitido que el desorden se apodere nuevamente de buena parte de sus vidas.
Hace años un maestro me dijo, en el mundo hay dos tipos de personas, los que tienen las razones y los que tienen los resultados. Si quieres una vida más efectiva y relajada necesitas hacerte cargo de tus asuntos, si no lo haces podrás contarnos las infinitas razones y los “por que” no tienes lo que quieres. 

lunes, 13 de julio de 2015

La economía del esfuerzo,( Primera Parte) por José Carabal. Facilitador de Seminarios Insight Iberoamérica

Si sabemos lo que queremos, lo que nos queda es trabajar para lograrlo de la manera más eficiente posible. Pareciera sentido común, pero en general no es lo que sucede. A veces creemos que el esfuerzo en si mismo es lo valioso. Desde pequeño escuchas frases como: Es un niño esforzado, esa persona se ha esforzado mucho para lograr lo que tiene. Lo que da a entender que obtener cosas a través del esfuerzo es bueno y si se hace de una forma fácil es de alguna manera menos meritorio.


Por otro lado, si el esfuerzo per se fuera bueno, deberíamos conducir el automóvil con el freno de mano puesto, o deberíamos caminar con los ojos cerrados, los pies amarrados y en reversa, para aumentar el esfuerzo... Parece ridículo.

¿Cuándo es válido el esfuerzo?
Cuando estamos fuera de la “zona de comodidad”. Si quieres aprender un idioma que no hablas todavía, requerirá de esfuerzo. Si quieres mejorar tu tiempo en correr una cierta distancia, necesitarás esforzarte.


Tenemos controles remoto, automóviles, teléfonos y muchos otros aparatos que nos ayudan a completar tareas con mucho menor esfuerzo del que tomaría hacerlas sin ellos. Eso no es trampa, es eficiencia.



Pero si te esfuerzas en cada cosa que haces, terminaras agotado. Y muchas personas lo están.

Para hacer las cosas de manera mas eficiente, es decir, lograr el mayor impacto con el menor esfuerzo, es necesario identificar los lugares donde se malgasta la energía. Estos son algunos de los más comunes: 


- Desorganización

El desorden se crea por si solo, pero el orden requiere de atención y trabajo.
Crear sistemas que permitan ordenar las cosas, desde la ropa hasta tu agenda, permite encontrar y manejar las cosas de manera más rápida y fácil.


El desafío de los sistemas de organización se encuentra más en su mantención y uso que en su creación. Casi todos hemos tenido esa noche en que ordenamos el armario y quedó impecable, el desafío es mantenerlo de esa forma.


- Pereza
En general se produce porque imaginamos lo difícil que será hacer algo y nos cansamos antes de comenzar.
Un dicho español reza “Más cuesta pensarle que pasarla”.
El antídoto para la pereza es el movimiento. Dicen que el 50% de hacer algo es comenzar.


- Falta de procesos

Si cada vez que recibo un papel tengo que pensar donde ponerlo, cada papel me da mucho trabajo. Si tengo un proceso definido, es simplemente una acción a realizar.
Crear procesos requiere pensar y toma trabajo, pero es una inversión, ya que una vez establecidos, las cosas suceden de forma más rápida y fácil.


- Mala actitud

Cuando las cosas se hacen con la actitud de “no quiero hacerlo”, estamos conduciendo con el freno de mano puesto.
Si algo te resulta desagradable puedes elegir no hacerlo. Pero si de verdad “tienes que hacerlo” puedes elegir, conscientemente, con que actitud hacerlo.
Una forma de mejorar la actitud es enfocarse en el resultado de hacerlo. A pocas personas les gusta lavar los platos, pero a casi todos nos gustan los platos limpios. 


( La próxima semana, compartiremos la segunda parte de este artículo)

lunes, 6 de julio de 2015

Libertad y Desapego Por John Marin, Facilitador Seminarios Insight Iberoamérica


Mi vida parece estar en constante movimiento, algunas veces es más evidente que otras, pero en general siempre movido. El trayecto recientemente ha sido bastante activo, más de lo que me parece normal. Por momentos me he sentido desafiado como si se me estuviese poniendo a prueba la coherencia de lo que durante tantos años he hablado en los seminarios.

Uno de los temas es que mi hijo Cristóbal acaba de graduarse de la secundaria y está haciendo trámites para ir a estudiar su universidad en Francia. Lo más probable que él no regrese a vivir con nosotros y que esta es su partida de nuestro hogar. Mi corazón está acongojado porque tengo una linda relación con mi hijo y el saber que va a estar tan lejos y que no voy a disfrutar de su presencia en la cotidianidad me duele y me cuestiona.

Algunas veces me veo preparando los trámites de la universidad, organizando los temas financieros y de visas de estudio y me pregunto ¿yo para qué estoy fomentando esto? 

Cristóbal tiene una claridad de intención impresionante en relación a sus estudios, intención a partir de la cual manifestó esta realidad. Las posibilidades que él fuera aceptado en esa Universidad eran muy remotas por lo tanto no siento la autoridad moral para interponerme y por el contrario entiendo que juego un papel fundamental para ayudar a concretar esa realidad.

Es tiempo de elevarme y mirar desde mi ser superior esta nueva etapa de mi vida, disfrutarla y ver que hay aquí para que yo pueda aprovechar para crecer y avanzar.

Yo pongo  a mi hijo en libertad para que vuele alto, para que cumpla el camino trazado por su corazón, para que viva su propósito sea cual fuere y yo siempre estaré aquí para recibirlo con los brazos abiertos.