lunes, 13 de julio de 2015

La economía del esfuerzo,( Primera Parte) por José Carabal. Facilitador de Seminarios Insight Iberoamérica

Si sabemos lo que queremos, lo que nos queda es trabajar para lograrlo de la manera más eficiente posible. Pareciera sentido común, pero en general no es lo que sucede. A veces creemos que el esfuerzo en si mismo es lo valioso. Desde pequeño escuchas frases como: Es un niño esforzado, esa persona se ha esforzado mucho para lograr lo que tiene. Lo que da a entender que obtener cosas a través del esfuerzo es bueno y si se hace de una forma fácil es de alguna manera menos meritorio.


Por otro lado, si el esfuerzo per se fuera bueno, deberíamos conducir el automóvil con el freno de mano puesto, o deberíamos caminar con los ojos cerrados, los pies amarrados y en reversa, para aumentar el esfuerzo... Parece ridículo.

¿Cuándo es válido el esfuerzo?
Cuando estamos fuera de la “zona de comodidad”. Si quieres aprender un idioma que no hablas todavía, requerirá de esfuerzo. Si quieres mejorar tu tiempo en correr una cierta distancia, necesitarás esforzarte.


Tenemos controles remoto, automóviles, teléfonos y muchos otros aparatos que nos ayudan a completar tareas con mucho menor esfuerzo del que tomaría hacerlas sin ellos. Eso no es trampa, es eficiencia.



Pero si te esfuerzas en cada cosa que haces, terminaras agotado. Y muchas personas lo están.

Para hacer las cosas de manera mas eficiente, es decir, lograr el mayor impacto con el menor esfuerzo, es necesario identificar los lugares donde se malgasta la energía. Estos son algunos de los más comunes: 


- Desorganización

El desorden se crea por si solo, pero el orden requiere de atención y trabajo.
Crear sistemas que permitan ordenar las cosas, desde la ropa hasta tu agenda, permite encontrar y manejar las cosas de manera más rápida y fácil.


El desafío de los sistemas de organización se encuentra más en su mantención y uso que en su creación. Casi todos hemos tenido esa noche en que ordenamos el armario y quedó impecable, el desafío es mantenerlo de esa forma.


- Pereza
En general se produce porque imaginamos lo difícil que será hacer algo y nos cansamos antes de comenzar.
Un dicho español reza “Más cuesta pensarle que pasarla”.
El antídoto para la pereza es el movimiento. Dicen que el 50% de hacer algo es comenzar.


- Falta de procesos

Si cada vez que recibo un papel tengo que pensar donde ponerlo, cada papel me da mucho trabajo. Si tengo un proceso definido, es simplemente una acción a realizar.
Crear procesos requiere pensar y toma trabajo, pero es una inversión, ya que una vez establecidos, las cosas suceden de forma más rápida y fácil.


- Mala actitud

Cuando las cosas se hacen con la actitud de “no quiero hacerlo”, estamos conduciendo con el freno de mano puesto.
Si algo te resulta desagradable puedes elegir no hacerlo. Pero si de verdad “tienes que hacerlo” puedes elegir, conscientemente, con que actitud hacerlo.
Una forma de mejorar la actitud es enfocarse en el resultado de hacerlo. A pocas personas les gusta lavar los platos, pero a casi todos nos gustan los platos limpios. 


( La próxima semana, compartiremos la segunda parte de este artículo)

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